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El lamento de Faramir (NC-17) es Print

Written by G-Skywalker

04 January 2015 | 37505 words | Work in Progress

Title: El lamento de Faramir
Author: G-Skywalker
Rating: NC-17
Pairing(s): Faramir
Warnings: incest, rape, non-con, death, underage

AU. Faramir es el menor de los hijos del Senescal de Gondor quien por derechos de nacimiento está destinado a vivir bajo la sombra de su hermano, y sufrir en silencio los maltratos físicos y psicológicos perpetrados por su propio padre en nombre de la lealtad a su sangre y al nombre de su familia. INCESTO: Hermano/hermano, padre/hijo.


[ all pages ]

Faramir avanzó por el pasillo aledaño al gran Salón del Trono con dos escoltas que le acompañaron todo el camino desde sus aposentos. El castillo, al igual que sus habitantes más distinguidos, vestía todo de gala y por los largos graderíos que conducían al Salón ondeaban orgullosos hermosos estandartes de Casas, Señoríos y Reinos distantes, que habían acudido a la celebración del regreso de Lord Faramir y además tener la oportunidad de escuchar las nuevas de lo que ocurría en las Tierras Oscuras. Las gentes que avanzaban por el castillo reverenciaban con respeto al valeroso señor de Gondor que aquella noche no parecía otro sino el mismo príncipe de los primeros númenoreanos, ataviado con los mejores y más hermosos trajes de gala que resaltaban con justicia su formidable belleza aún cuando las huellas de batalla continuaban surcando su rostro y llevaba el brazo entablillado.

Se sorprendió al ver que frente a las macizas puertas de roble aguardaba de pie Boromir, vestido con una túnica de seda azul y una delicada corona de plata ciñendo sus sienes. Lo recibió con una de esas sonrisas que solo eran para él.

“Así que decidiste vestirte con las viejas túnicas de nuestra madre” bromeó deslizando un dedo por la hilera de botones plateados del traje de su hermano quien soltó una risa auténtica, haciéndole sentir aliviado de que no hubiera tensión entre ambos tras lo que había sucedido horas antes en los aposentos.

“Gracias. Tú también luces espléndido.” contestó Faramir también feliz de encontrarle de buen humor. Estaba casi resuelto a hablar con él al respecto, pero decidió que lo mejor era dejar que la situación pasara por sí sola; ambos tenían una relación muy fuerte y estrecha después de todo.

“Hermano, si me concedes el honor, en esta oportunidad me gustaría caminar a tu lado.” Dijo Boromir “Nada me complacería más que compartir este momento de gloria contigo, que has hecho tanto por mí.”

“Será un honor, hermano, porque de hecho, contaba con ello desde el principio.” exclamó sonriente, mientras los caballeros que les acompañaban tomaban los pomos de las pesadas puertas y las abrían.

Entonces, todos quienes estuvieron presentes en el Salón del Trono se levantaron y ofrecieron una respetuosa reverencia mientras los dos hermanos caminaban al centro, Boromir tres pasos atrás de Faramir, directo hacia el estrado de honor situado al pie del trono, donde aguardaban Denethor y Éomer, heredero a la corona del reino de Rohan.* Faramir vio con gusto que Mithrandir estaba sentado también en el estrado, junto a su padre, dedicándole una amplia y fresca sonrisa, la cual no dudó en corresponder.

“Por estos salones camina la sangre de mi sangre” – anunció Denethor, con la voz fría como afiladas esquirlas, que penetraron en la piel de Faramir inclemente. Aunque la mayoría de los invitados no notó la diferencia, las palabras del Senescal de Gondor resultaban más pesadas y tensas de lo usual; Faramir sabía que pronunciar aquel discurso no le hacía ninguna gracia, pero hasta el más alto y poderoso de los Señores de Gondor debía seguir un protocolo; y como si estuviera leyendo un guión que pasaba solo por delante de sus ojos, el hombre gris continuó: “mis dos valerosos hijos: Faramir, Capitán de Ithilien por cuyas heroicas acciones nos hemos reunido aquí en esta distinguida celebración, y mi primogénito y heredero Boromir, Capitán de la Torre Blanca.”

Era la primera vez desde que su segundo hijo comenzara su vida como caballero que Denethor le cedía el honor de mencionarle primero que a Boromir en cualquier tipo de evento oficial, si es que se dignaba en hacerlo. Muchas veces había dejado a Faramir en vergüenza cuando ignorando por completo su presencia, exaltaba los títulos y aptitudes de su hermano, mientras que a él no le dedicaba ni una sola mirada.

Aunque aquel “honor” ya no representaba para Faramir una razón de orgullo y deleite, puesto que sabía que cualquier cosa que incomodara a su padre y que él tuviera algo que ver al final terminaría siendo su propio martirio. Sin embargo, se las arregló para sonreír y mantener la compostura mientras avanzaba bajo las miradas de todos, pero especialmente del hombre gris, de pie en el estrado, con los ojos acuchillándole desde la distancia, al tiempo que su boca pronunciaba palabras disfrazadas de orgullo y afecto.

“ Siéntate a mi lado, Faramir, hijo mío.” dijo entonces cediendo el asiento a su lado derecho cuando los hermanos se aproximaron “Esta es tu noche.”

Faramir le dedicó una reverencia y se sentó, con Boromir a su lado.

“Es así como se da por iniciada esta histórica celebración. ¡bebed y comed hasta saciaros, amigos míos! Que Gondor los acogerá con el mismo calor y afecto que prevalece en cada una de sus tierras.”

Los invitados aplaudieron y la música comenzó a sonar, Boromir había empezado a gritar “¡discurso! ¡discurso!”, animando a su hermano a tomar la palabra, pero no tuvo más remedio que guardar silencio, ante la mirada fulminante de su padre. Éomer le dedicó miradas y sonrisas cálidas a Faramir desde el otro lado de la mesa, las que este contestó con la misma intensidad. No deseaba más que acercarse y tener una conversación con su viejo amigo, pero sabía que aquello tenía que esperar.

La noche transcurrió en un agradable ambiente de gozo, mientras todos bebían, comían y danzaban al centro del salón al son de los mejores y más diestros músicos de la ciudad. Boromir se había levantado un par de veces para hablar con los invitados e incluso invitar a unas cuantas doncellas a bailar, las que como siempre, quedaban cautivadas por la galantería del joven Lord. Éomer y Mithrandir hablaban de sus propios asuntos, y Faramir deseó con todas sus fuerzas poder unirse a la conversación, que seguramente sería de lo más interesante viniendo del mago, pero una pared invisible de piedra le separaba de poder gozar al menos un poco de su propia celebración. Denethor permanecía sentado a su lado al centro del estrado con el rostro congelado, con esa mirada que el Capitán de Ithilien conocía demasiado bien.

Llegada la media noche, luego de 7 platos de la comida más exquisita y de altura, Boromir subió al estrado e hizo que los músicos cesaran de tocar con un movimiento de manos, entonces, como solo él era capaz de hacer, logró que todos los invitados le prestaran atención de inmediato.

“Queridos parientes y amigos, aquellos que comparten el día a día con nosotros en el castillo y aquellos que han venido de tierras lejanas atendiendo nuestra invitación, les extiendo mis más sinceras gratitudes desde el fondo de mi corazón, puesto que esta noche es tan especial para mí como lo es para mi amado hermano, Faramir, a quien le debo mi vida y mi honor…” Boromir clavó sus ojos en Faramir, y este no pudo ocultar su sonrisa al sentir aquella cálida mirada rebosante de afecto “y de quién estaré en deuda hasta el final de mis días.”

“Lo que Faramir ha logrado en esta memorable misión ha sido más que defender mi honor, pues del viaje han surgido nuevas de las que todos ustedes deben estar al tanto y escucharan en su momento, más no ahora, que estamos aquí reunidos para celebrar, no para traer pesares a sus corazones. Es por eso que propongo un brindis” dijo levantando la copa de oro “por mi hermano Faramir. Que sus días estén plagados de bendiciones de las manos de los Dioses y de incontables victorias. ¡POR FARAMIR!” gritó, y el salón entero, excepto Denethor, brindó en nombre del joven Capitán.

Fue cuando Faramir supo que ya no le era posible continuar callado, e ignorando las miradas asesinas de su padre, se levantó y tomó la palabra.

“Gracias a todos por tan bienaventurados deseos. Esta es, de hecho, una noche muy especial para mí, pues significa la culminación de la misión que una vez decidí emprender y que en el proceso resultó mucho más ardua de lo que imaginé, tanto que tuve la certeza de que vería mis últimos días en aquellas tierras desoladas y llenas de perversidad. Más con la ayuda de mi compañía y del mago gris Mithrandir, a los que se les ha cedido un puesto de honor en este salón y a quienes les debo mi vida, he conseguido estar aquí con ustedes compartiendo el vino y el pan, celebrando una victoria. Esta noche no es solo para mí, sino también para todos aquellos que continuaron batallando con fiereza y valentía aún en las horas más desesperadas.” dijo levantando la copa al aire, seguido por los invitados que gritaban felicitaciones “¡Sigamos bebiendo en honor a esta buenaventura, hasta que el sol se deslice por el horizonte!”

Dichas estas palabras entre vítores y aplausos, la música volvió a sonar y el ambiente de fiesta se reanudó; pero en ese momento, Mithrandir se levantó de su asiento y se acercó a Faramir “Este viejo ya ha visto sus mejores años” dijo sonriente “Ahora que he saciado mi estómago no deseo más que tenderme en un lecho cálido y confortable.”

“No digas más, Mithrandir, ve y descansa cuanto tiempo te sea menester. Estoy agradecido de que hayas compartido esta noche conmigo, tú, que fuiste parte esencial en nuestro retorno a Minas Tirith con vida.”

Entonces el mago lo tomó del hombro con afecto y exclamó “Sonríe, joven caballero, pero que tu sonrisa sea de alegría auténtica, pues hemos de aprovechar cada segundo de paz que nos sobrevenga porque no sabemos lo que el futuro nos depara. Bebe, baila, ríe como el joven que eres, Faramir, no permanezcas más sentado en ese aburrido estrado lo que resta de la noche. Y más te vale que sigas consejo de este viejo que ya ha disfrutado demasiado de incontables celebraciones aquí y allá.” Dijo guiñando el ojo. “Como tantas veces se ha repetido a lo largo de la velada, esta es tu noche, has que valga.”

Y con eso, el mago gris abandonó el Salón del Trono, Faramir asumió que directo a los aposentos, aunque de eso no podía estar 100% seguro porque conocía las costumbres del mago de inmiscuirse en las más extrañas empresas.

Entonces ignorando la posible reacción de Denethor, se dirigió al centro del Salón donde Boromir intercambiaba chistes picantes con un grupo de caballeros y lores de edades oscilantes, y una que otra dama con buen sentido del humor; Éomer había huido del estrado en cuando Mithrandir partió, y también los acompañaba. Al reparar en el acercamiento de Faramir, el heredero a la corona de Rohan se apartó del grupo y se acercó al capitán:

“¡Faramir, cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que nos vimos!” exclamó tomándole del hombro con afecto “Mi memoria mantuvo presente el recuerdo de cuando aún eras un niño, y ahora que nos volvemos a ver, me encuentro con tantas anécdotas tuyas y esta nueva imagen de ti, una de la que también he de sentirme orgulloso.”

“ Estoy feliz que estés aquí, Éomer,” exclamó jovial “fueron tantas las veces que deseé acompañar a Boromir en sus visitas a La Marca, esperando poder encontrarme contigo de nuevo. Ahora la oportunidad está dada, y me alegra que sea en estas circunstancias.”

“Y estoy seguro que tenemos mucho de qué hablar, y no solo me refiero a cosas referentes al servicio.” exclamó con esa malicia típica de un joven de su edad. A Faramir le gustaba Éomer, porque en cierto punto le recordaba a Boromir con esa seguridad que imponía sobre cualquiera de sus actos, siempre noble y caballeroso, pero al mismo tiempo, capaz de deshacerse de las apariencias de lord para dejar en libertad al muchacho con los mismos impulsos e inquietudes de cualquier otro.

Luego de otro par de carcajadas y muchas más cervezas de las que Faramir pudo contar, Boromir se despidió de los asistentes animándoles a continuar con la celebración, mientras él invitaba a Faramir y Éomer a dar un paseo por los jardines del castillo, a lo cual ambos accedieron complacidos, puesto que deseaban tener un momento a solas como en los viejos tiempos.

Los lechosos trazos de plata de la luna se extendían por todo el hermoso Jardín Real de Minas Tirith, cubierto de verdes pastos y árboles coronados por flores de infinitos colores, abrigados por una delicada bruma que danzaba al compás de la deliciosa y gentil brisa nocturna.

“Recuerdo este sitio.” anunció Éomer cuando se asomaron por una de las terrazas exteriores para contemplar la naturaleza. “Luce casi exacto a como lo recuerdo. Solíamos jugar aquí.”

“Llevamos a cabo muchas batallas en este campo” contestó Boromir luego de soltar una carcajada “todos armados con ramas y troncos que encontrábamos por doquier. Vamos.” invitó sonriente, sacudiendo una botella de vino en el aire, y los tres se adentraron al extenso jardín para caminar entre los bellos pasajes de paredes boscosas.

“Tantas memorias…” exclamó Éomer “Lamento profundamente que las relaciones entre nuestros pueblos estén cada vez más menguadas.”

“Pero el que estemos aquí significa que esas relaciones no morirán mientras nosotros y nuestra descendencia mantengamos este lazo que fortalecerá la cercanía de ambos pueblos.” respondió Boromir refiriéndose a la amistad que los tres compartían, y que ni siquiera la distancia había sido capaz de romper.

“Has dicho una gran verdad.” concordó Éomer. “Más ahora que mencionas a “nuestra descendencia”, hay algo que quiero proponerte, o mejor dicho, mi tío me ha ordenado expresar a Lord Denethor, más tomé la decisión que primero he de comentarlo contigo antes de causar algún tipo de discordia.”

Ante aquellas palabras, ambos, Boromir y Faramir guardaron silencio expectantes, mientras una sonrisilla astuta se dibujaba en el atractivo rostro de Éomer.

“Boromir, ¿recuerdas a mi bien amada hermana, Éowyn?” preguntó con malicia.

“Claro que la recuerdo. La doncella blanca de Rohan, tan hermosa como ninguna otra que jamás haya visto.”

“Si tus palabras son honestas, entonces te interesará saber que ante la nueva de que mi hermana menor ha florecido, el rey busca pretendiente de altura que sea digno de unir destinos con ella. Mi tío ha pensado en ti, Boromir, como ideal y único aspirante a la mano de mi hermana Éowyn. Ella sería la Dama piadosa y llena de fortalezas que tu pueblo necesita. Y el vínculo definitivo que unirá a Rohan y Gondor hasta el fin de los días.”

Boromir le dedicó una rápida mirada llena de sorpresa y consternación a su hermano, quien escuchaba a Éomer con el corazón en la garganta. Había pocas probabilidades de que Denethor se negara, especialmente cuando Boromir había alcanzado la edad suficiente para presentar una dama a la corte como futura esposa… y especialmente cuando eso le podría apartar de forma definitiva de su lado.

“Nunca he llegado a conocer a tu hermana,” comenzó Boromir “puesto que en nuestros escasos encuentros solo hemos intercambiado palabras de rutina y nada más; sin embargo, no miento cuando digo que ella posee mi absoluta atención cuando la tengo cerca, puesto que su belleza es incapaz de pasar desapercibida.” mintió. No es que Éowyn no fuera hermosa, es que lo menos que le interesaba era conseguir una esposa, aún cuando ella fuera la mujer más bella de todos los reinos de los Hombres. “Pero sabes que la decisión recae en mi padre.”

“Lo sé. Solo quería que tú lo supieras primero en confidencialidad para así conocer tu postura. Ahora me siento mucho más seguro de expresarle la propuesta a Lord Denethor. Entonces tú, Faramir y yo nos convertiríamos oficialmente en hermanos.” dijo con una sonrisa honesta en el rostro, que ambos no tuvieron más opción que corresponder.

“ ¿Qué hay de ti?” preguntó Boromir tratando de cambiar el rumbo con la conversación. “También tienes edad para encontrar una dama.”

“La tengo.” respondió con orgullo “Fíriel de Dol Amroth, sobrina del príncipe Imrahil. Ya ha sido acordado y ella arribará a Rohan el próximo verano para vivir con nosotros como parte de la corte. Ella es todavía una niña, 12 años si mi memoria no me falla, así que vivirá como Dama por un tiempo hasta que alcance la edad para celebrar matrimonio.”

“Entonces seremos parientes en más de un sentido” exclamó Boromir satisfecho “puesto que eso significa que Fíriel es también sobrina de mi amada madre Finduilas, quien ya goza de la gloria de los Dioses; y por ende, pariente nuestra, aunque aún no hayamos tenido el honor de conocerle.”

“¡Felicidades!” exclamó Faramir “apuesto a que es muy hermosa, como lo fue nuestra madre.”

“Oh lo es, querido Faramir.” dijo Éomer “Y por cierto, ¿Qué hay de ti?” dijo con esa sonrisilla maliciosa de nuevo en el rostro “No hablemos de compromisos, porque a estas alturas tú gozas de más libertad que nosotros.”

“Faramir aún no ha conocido ninguna doncella.” dijo Boromir con tono de burla echando el brazo sobre los hombros su hermano “Pero yo, como su hermano mayor, he de tomar cuidado en cuanto a sus posibles encuentros u opciones, Faramir es demasiado blando de corazón y temo por su suerte si la mujer equivocada se cruzara por su camino.”

“Basta ya…” se quejó Faramir tratando de contener la risa.

“Entonces ya veo cuál es tu problema, Faramir, o mejor dicho quien.” y dándole un golpecito con el puño a Boromir en el pecho, Éomer continuó “¡deja que el chico crezca de una vez por todas! Sino el tiempo de gozar su libertad pasará y tú más que nadie tendrá culpa de eso.”

Faramir deseó que aquello fuera verdad. Deseó que la razón por la que continuaba solo era porque Boromir se encargaba de arruinar sus encuentros. Nada de eso era cierto, y le entristecía que la realidad fuera mucho más horrorosa de lo que ellos jamás pudieran imaginar. Boromir y Éomer continuaron discutiendo, bebiendo, saltando de un tema a otro, recuerdos, anécdotas, experiencias de toda clase; pero la remembranza de eso que no se atrevía a contar había opacado su buen humor, y la preocupación de lo que Denethor podría hacer luego de que la celebración terminara le hizo sentir incluso peor; pero se las arregló para mantener una imagen que no despertara sospechas en sus acompañantes.

Luego de casi dos horas vagando en el jardín, Éomer anunció que se retiraría a sus aposentos.

“Espero con ansias la exploración de mañana.” les dijo a ambos “tengo muchas ganas de conocer lo mucho que han cambiado las cosas por aquí.”

“ Saldremos de cacería al amanecer.” le afirmó Boromir con una sonrisa “Y yo estoy ansioso porque me demuestres esas habilidades tuyas de las que estás tan orgulloso.”

“ Lo mismo digo. Y será mejor que no huyas de la batalla singular que te propuse hace un momento. También la esperaré con ansias.”

“Huir no es lo mío Éomer, y lo sabes. Tendrás tu batalla singular también, y acabarás lamentando haber hecho la propuesta.”

“ No estés tan seguro, amigo mío.” exclamó Éomer despidiéndose con un abrazo de ambos hermanos y comenzando su camino de regreso.

Cuando se quedaron solos, Boromir y Faramir continuaron caminando por el Jardín, internándose mucho más en sus numerosos pasajes. La bruma se hacía cada vez más espesa a medida que la madrugada avanzaba junto con las bajas temperaturas. Se mantuvieron en un silencio sombrío hasta que llegaron a la estructura central del Jardín, una bella cúpula blanca con una banca en el centro, especialmente diseñada para parejas, pero que esa noche se encontraba desolada. Ambos se sentaron y Boromir aprovechó la intimidad para tomar de la mano a su hermano, exclamando “¿Qué sucede, Faramir? Te encuentro diferente. ¿Es que no te place estar aquí?” preguntó con el corazón inquieto.

“En este momento no quisiera estar en otro lugar.” confesó, pero Boromir pudo percibir la desolación que vestían sus palabras.

“Entonces te ruego que me digas qué es lo que te aflige, hermano. ¿Es que tiene que ver con lo que Éomer dijo? ¿Sobre su hermana Éowyn?” inquirió, y la pregunta tan directa le hizo sentir incómodo, puesto que no sabía que responder. Boromir tenía razón, pero decir la verdad era impensable, no obstante tampoco estaba dispuesto a mentir, así que guardó silencio y la falta de palabras fue suficiente para que Boromir confirmara su sospecha.

“No me hace feliz tampoco.” dijo apretando más la mano de Faramir bajo la suya “Más yo no tengo voz en la decisión. Nuestro padre es quien tiene la última palabra…”

“Lo sé. Pero Éomer tiene razón, es hora de que encuentres una doncella con la que entres en compromiso…”

“No es ella a quien quiero.” – exclamó, y Faramir tuvo miedo de la honestidad y la desesperanza palpables en la voz de su hermano.

“Aprenderás a quererla, después de todo, nosotros no escogemos con quien hemos de compartir nuestras vidas. Tu unión con Lady Éowyn traerá beneficios a Gondor, y nuestro padre lo sabe.”

“Ay Faramir…” susurró Boromir atrayéndole más cerca de sí; Faramir intentó resistirse, pero Boromir insistió “Faramir… renunciaría a mis derechos de sangre, títulos, todo, solo por tener la libertad de yacer con quien realmente amo.”

“Creo que todos nos sentimos así llegados a estas etapas de nuestras vidas…” respondió Faramir ahora más que nervioso. Boromir estaba comportándose diferente, y teniéndole tan cerca pudo sentir el olor a alcohol en su aliento.

“ No como yo… no como yo me siento.” dijo desconsolado “¿A quién quiero engañar? Incluso aunque tuviera todas esas libertades tampoco podría unir mi vida a quien amo… Es abominación incluso a los ojos de los Dioses.”

“Detente, Boromir. No digas más.” interrumpió Faramir incorporándose para romper contacto. “Por favor no digas una palabra más.”

“¿Por qué no? No hay nadie aquí…” exclamó tomándole la mano otra vez, pero Faramir lo rechazó; entonces Boromir también se incorporó y elevando demasiado la voz dijo “No pasará mucho tiempo antes de que los arreglos del compromiso estén resueltos y Éowyn se instale en Gondor hasta el fin de sus días; pero aunque me pase la vida intentando amarla, no es ella a quien le pertenece mi corazón, y tú también lo sabes.”

“Basta, Boromir.” volvió a interrumpir “No grites más que no hay certeza de que nadie esté escuchando.” dijo pensando en la costumbre de su padre de enviar espías a seguirle para enterarse de cualquier cosa que hiciere. “¡No digas nada de lo que te puedas arrepentir!”

“Hay muchas cosas de las que me arrepiento, Faramir.” exclamó, esta vez alejándose más de él “pero jamás de tener la certeza de que te amo. Te amo por la sangre que corre por tus venas, te amo por el guerrero que eres, porque has compartido conmigo todas mis derrotas y victorias.”

“Sabes que también te amo.” murmuró Faramir.

“Esa es una palabra que nos hemos dicho muchas veces. Pero esta vez no pretendo expresarla en el mismo sentido.”

“Sé a lo que te refieres, pero no quiero que digas más. Si de verdad me amas, no digas más.” le rogó “Te casarás con Éowyn y tendrás una buena vida. Gondor te pertenecerá y yo compartiré tus alegrías contigo por el vínculo de sangre que nos une. Eso es suficiente para mí. Ahora, es mejor que regresemos, estamos a un par de horas del amanecer y tú tienes que descansar.”

Faramir comenzó a caminar internándose de nuevo en los parajes del jardín. Cuando hubo dado un par de docenas de pasos y pensó que Boromir no le seguía, sintió su mano deslizándose por su cintura y trayéndole hacia su regazo.

“¡Basta!” exclamó logrando que Boromir le soltara.

“Por favor no te vayas” rogó, aunque esta vez manteniendo las distancias. “No hasta que hayas escuchado lo que quiero decir. Tú no tienes por qué contestar.”

Faramir no se movió, pero tampoco miró hacia atrás. Su corazón latía desenfrenado, angustiado porque las cosas se estaban saliendo de control. Aquello que habían mantenido tan celosamente resguardado incluso de ambos y que jamás se habían atrevido siquiera a insinuar ahora parecía a punto de explotar, al menos de parte de Boromir.

“Faramir… te amo.” confesó entonces, y Boromir no tuvo que explicarse para que Faramir supiera que esta vez aquella palabra tenía un significado diferente. Y como si los Dioses fueran piadosos y quisieran brindarles más privacidad, la bruma los envolvió mucho más en sus largos brazos de plata, hasta que Boromir a penas y podía distinguir la espalda de su hermano. “Y este sentimiento me está matando con el pasar de los años, porque sé que no podré vivir demasiado sin ti… mi corazón me lo dice. Pero también sé que es algo que tengo que afrontar porque es mi deber y porque no está en mí ser la causa de desdichas ni para ti ni para nuestra Casa.” caminó unos pasos en busca de contacto, pero se detuvo por miedo al rechazo. “Eres todo lo que tengo y necesito, él único al que amaré siempre, hasta el fin de mis días. Y aunque mi destino esté ligado a las responsabilidades de nacimiento y a las leyes de los Dioses, nadie nunca podrá cambiar mis sentimientos hacia ti, aunque deba seguir amándote como lo he estado haciendo ahora, desde la distancia.”

La voz de Boromir se apagó y hubo un largo silencio. Lagrimas cristalinas surcaban las mejillas de Faramir porque aquellas palabras que había escuchado también las compartía, pero muchos pesares habían en él que no se atrevía a pronunciarlas ni a corresponder como su corazón añoraba.

“Faramir…” dijo entonces Boromir, a sus espaldas “En mi vida jamás he de pedirte nada más que esto: No me abandones. No me dejes nunca, aún cuando vivir juntos sea razón de miseria para los dos, porque no podré soportarlo. Faramir, por favor,” rogó desesperado “si me amas, deberás jurar ante la mirada de los Dioses, que nunca me abandonarás.”

Otro silencio cayó sobre los dos y Faramir no dijo nada. Jamás había sentido un dolor tan profundo en el pecho como en ese momento ante la certeza de que las palabras de Boromir realmente significaban una despedida; una despedida a un sueño que jamás podría ser y del que ya había llegado la hora de despertar de una vez por todas. Sin embargo, reunió toda la voluntad remanente y se volteó para enfrentarlo.

“ Nunca te dejaría, Boromir… puesto que sería yo el que moriría de pena.”

Fue cuando Faramir reparó que Boromir también lloraba, y esta vez fue él quien se acercó para permitir que su hermano le rodeara de la cintura. Boromir enterró la cabeza en el cuello de Faramir y así permaneció, tratando de grabar su toque, su aroma, su presencia tan próxima en su memoria como su recuerdo más preciado.

Entonces levantó la cabeza para mirarlo a los ojos. “Recuerda, pequeño hermano: nosotros no pedimos por esto. No hay razones para darle cabida a la culpa…”

“Lo sé.” respondió.

Así, los ojos azules brillaron juntos ante la presencia del otro, expresando mucho más de lo que ya había sido dicho. Boromir sostuvo la barbilla de Faramir con suavidad, y este sintió el toque de la barba sobre su mejilla… las respiraciones se mezclaron mientras los cuerpos se estrechaban más y los corazones latían fuera de control pero al unísono. El viento frío revolvió los cabellos dorados y erizó las pieles, pero el beso estuvo embriagado de una calidez que ninguno de los dos había sentido antes: suave, dulce, significativo. Los labios se acariciaron lentamente, como si fueran los pétalos de dos rosas rosándose al dócil compás del viento en un espacio dedicado solo a ellos, sin tiempo, sin edad, donde se compartieron sentimientos que jamás serían ni podrían ser, pero que aquella noche, fueron permitidos y perdonados.

Ninguno de los dos olvidaría jamás aquel momento, ni aún en los tiempos tormentosos que estaban por venir.

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2 Comment(s)

Ahhh, en vez de estudiar me puse a leer fics, que novedad. Suerte que me topé con uno magníficamente escrito, como éste.
Pobre, pobre Faramir. Espero que, si continuas, encuentre consuelo. En brazos de su hermano. :P

Bueeeeeno, estaré esperando. Me ha interesado :)

— N    Tuesday 26 November 2013, 17:54    #

me encanta tu historia y espero ver lo que sucede en tus próximos capítulos. Soy fan de los hermanos de Gondor aunque Boromir se adueñó de mi corazón. Esa historia de amor y respeto entre hermanos me encanta, y si va a pasar a ser incestuosa no sería dañina si restaura la paz en el alma de Faramir… espero ver mas de esta historia muy pronto!! felicitaciones!!

— Andrea    Sunday 27 July 2014, 15:38    #

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